La Massacre de Las Vegas (parte 1)
Durante toda la música de la guitarra, todos oyeron el tiroteo de una pistola. Al principio los aficionados de música country del Festival Harvest de la Ruta 91 en Las Vegas pensaron que los altoparlantes estaban quebrados o que los pirotécnicos no funcionaron bien. Pero mientras los cuerpos se dispersaron la audiencia empezó a comprender el horror de los eventos. Podían sentir las balas disparando en los puestos de comida, rebotando en el cemento cerca de ellos. Aproximadamente 50 yardas de ellos, Tyler Reeve, un artista de country que tiene 36 años, se aventó en una caravana acostándose con cinco amigos en el piso mientras muchas rondas terminaron. “Fue como una zona de guerra,” dijo el Señor Reeve. Montones de cuerpos por todos lados. Charcos de sangre. Todos estaban gritando. Melissa Bayer, quien apenas salía de un restaurante Hooters, fue testigo de toda la violencia de muchísimas yardas en la distancia. Ella pensó que que era un tiroteo masivo. Esto es como aparece. Si sus reacciones iniciales a los salvos a 10:08 pm en domingo el 1 de Octubre fue la confusión, los 22,000 en la audiencia que gastaron los próximos 9 a 11 minutos de tiroteo prolongado atrapados en un horror que, para muchos Americanos, fue horriblemente familiar: los videos temblorosos de matanza, las fotos de víctimas inocentes en el periódico, perfiles de horror y heroísmo. Había una mujer de 48 años quien oyó a su esposo, padre de cuatro, cayendo a la tierra cerca de ella y el joven corriendo al lado de su esposa embarazada para salvar sus vidas. Había una mujer que tenía 30 años que se acostó encima de su hermano de 21 años para protegerlo de todos los disparos, “porque el tiene metas grandes para su vida.” Pero cuando terminó el gran disparo este terror sería de nivel completamente diferente. Stephen Paddock, 64, quien quebró las ventanas de su cuarto en el piso 32 del Resorte de Mandalay Bay y Casino usó un arma de asalto semi-automática contra personas sin defensa. Por lo menos 58 muertos, por lo menos 527 heridos, por un hombre quien, por ninguna razón exacta, cargo un arsenal de 23 armas en su cuarto y llovió cienes disparos en una densa multitud. Doce de sus rifles fueron modificados con partes legales que los hicieron funcionar como armas automáticas, capables de disparar nueve rondas por segundo, un ritmo de disparos que raramente puede ser encontrado en lugares que no son zonas de guerra.
Año tras año, disparos masivos quitaron los records de víctimas. Desde una universidad en Virginia a un club de baile para homosexuales, la lista de personas muertas ha aumentado, creando una visión nacional de matanza inevitable. Batallas de altos niveles acerca de control de las armas fatales se han bloqueado en Capitol Hill, mientras los defensores de los activistas favoreciendo armas introducen nuevas provisiones para debilitar restricciones que existen.
Pero no es un problema imposible de resolver. Las nueva leyes pueden llevarlas hasta un límite de la carnicería que se abre en una multitud. Hemos decidido que las lanzagranadas no deberían de ser ampliamente disponibles; ¿por que no deberíamos decir que los aparatos que dejan ballas ser disparadas una velocidad de más de 400 rondas por minuto? La Association Nacional de Rifles y sus aliados no son todopoderosos: el grupo depende de la intensidad de un pequeño grupo de fervientes partidarios, y si pierde puntos, el año pasado la campana tuvo que reemplazar el Senador Harry Reid de Nevada. La mayoría de los dueños de armas creen en una forma de regulación, y varios Senadores Republicanos han sugerido que ellos están abiertos al compromiso.
El desafío está trayendo cambio en el debate sobre los derechos de armas no es realmente sobre armas en realidad. Es sobre lo que representan: preciadas libertades, la reverencia de la independencia. Las armas son rechazadas por la corrección política que se grima en todo. Hasta el movimiento más incremental para restringir armamento mortal parece que muchos estadounidenses a cortar en contra de sus derechos. En la escena empapada de sangre en la franja de las Vegas, esas creencias profundamente arraigadas chocan con nuestro horror colectivo. La pregunta ahora, mientras las víctimas tratan de dar sentido a la matanza a escala militar, ¿donde marcamos la línea?
Si se trata de una pregunta política, se ha demostrado una confederación. Hay un estimado de 265 millones armas de fuego en los Estados Unidos, según un estudio de las universidades de Harvard y del noreste. Son propiedad del 30% de la población adulta. Eso no es una proporción que puede ser ignorada. Pero no todos los propietarios de armas están contra las reformas de control de armas. Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac en junio de 2017 mostró 94% de los votantes apoyan los cheques de fondo para todos los compradores de armas–incluyendo el 93% de los Republicanos. La misma encuesta encontró que una mayoría, 57% cree que las armas son demasiado fáciles de comprar, y nadamas 35% dijeron que más personas cargando una pistola harían a América más segura. Una encuesta de banco para dueños de armas encontraron que casi 30% de los apoyadores hacen leyes de armas más estrictas.”Hay una desconexión completa,” dijo el Senador Amy Klobuchar, a el Demócrata de Minnesota.
Entonces por que las medidas legales para comprobar las lagunas y limitar las municiones altas se han hecho ley ? Es más probable que un grupo chico de interés se oponga a eso. Un miserable 3% de los hogares poseen la mitad de todas las armas en Estados Unidos, y votan. Son ellos los que argumentan más vocalmente que si las leyes existentes de control de armas no pueden detener los tiroteos masivos, ¿por qué las nuevas leyes serían mejores? El cambio puede hacer que la gente se sienta bien, este argumento va, pero no protegería a los estadounidenses. “corto de una prohibición total de las armas de fuego, nada de lo sugerido habría detenido este tipo de tiroteo, ” dice Dudley Brown, presidente de la Asociación Nacional de derechos de armas, de la masacre de las Vegas.
Por un lado, la historia apoya este argumento. En 2004 la prohibición de rifles semi automáticos de Bill Clinton expiró. Pero en vez de alcanzar su máximo, la tasa de asesinatos por causa de pistolas continuó a bajarse. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades del año 1993 al 2014 la tasa bajó por la mitad de siete asesinatos a causa de rifles por cada 100,000 Americanos. Defensores de los derechos de armas usaron eso como un ejemplo de cómo los leyes de control de armas no funcionan. La verdad es que la “prohibición” de Clinton estaba tan lleno de tecnicismos que nadie creía que fue responsable por la disminución de muertes relatados con armas de fuego. Pero es menos lógica que temor político que ha parado la aprobación de controles de los armas de fuego. Los políticos temen ser dirigidos por el NRA y grupos similares que se han convertidos en expertos de emplear pequeños defensores de los derechos de armas. La combinación de motivación y dinero ha sido muy poderosa. La oposición del NRA fue tan en contra de Hillary Clinton que 1 en 8 comerciales en Ohio eran para rifles; en Carolin del Norte esa proporción era 1 en 9. Trump ganó ambos estados. Adam Winkler, un profesor de derecho en UCLA y autor del libro ¨La batalla para portar armas en América¨ dice “La causa del poder del NRA no es simplemente dinero.” “Su poder viene de su habilidad de cambiar la opinión de gente en elecciones tensos. Hay muchos votantes en favor de los armas que escuchan a los recomendaciones del NRA.” Y el NRA es considerado uno de los grupos de derechos de armas más poderosos. Ese poder les dio la oportunidad de expandir derechos de armas al nivel estatal. Muchos estados empezaron a aceptar los estándares de licencia de armas de otros estados a pesar de que sean más permisivos que sus propios. En Nevada, 38% de adultos poseen armas, venta de armas privadas es legal, y no hay regulaciones para el tamaño de los polvorines. Aun al nivel federal, donde parecía haber un punto de político muerto defensores de los derechos de armas encontraron maneras de avanzar por los márgenes. En 2010, un fabricante de piezas de armas pidió permiso de la agencia de alcohol, tabaco, armas y explosivos (ATF) para vender “bump stocks” que se podían conectar a las armas semi automáticos para emitir una artina de fuego constante.
Mientras que la venta y posesión de ametralladoras han sido estrictamente controlados desde la década de 1930 y tales son infrecuentes entre civiles, la compañía argumentó que su aparato beneficiaría a los aficionados discapacitados, y el ATV consintió.
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